martes, 19 de enero de 2010

LOS ENGAÑOS DE LA NATURALEZA

Bueno, aquí estoy después de casi 2 meses de triste abandono del blog, ya que entre las fiestas navideñas y los exámenes del primer cuatrimestre no he podido darle el uso que desde un principio quise otorgarle a este blog, el de cuaderno de apuntes donde poder preservar todo aquello que me cautive del mundo de las ciencias naturales. (No negare que he sufrido algo parecido a una reprimenda por parte de cierto hermano).

Bien pues pretendo cumplir con su propósito, y comenzare este nuevo año con uno de los temas para mí más fascinantes y divertidos con los que me he topado a lo largo de mi estudio del comportamiento animal. Me estoy refiriendo a los maravillosos embaucos que utilizan los seres vivos para sobrevivir, ya sea ocultándose, desconcertando o engañando a los depredadores, o atrayendo a las ilusas presas.

Entre estas curiosas estrategias nos encontramos con la coloración de las alas de algunas especies de polillas, las cuales son espectacularmente similar a unos grandes ojos, que sin duda asustarían al depredador más decidido. No obstante uno de los aspectos más curiosos de este engaño, es el hecho de que ha sido el absoluto azar el responsable de estos perfectos ojos, y la selección natural la encargada de mantenerlos y difundirlos a todos los individuos de la especie.

Algunos animales, como las polillas anteriores intentan desanimar a los depredadores en sus intentos de comérselos, sin embargo otros animales prefieren no destacar tanto, en realidad prefieren no destacar en absoluto, como los dos saltamontes hoja de la foto (si consigues verlos claro), su mimetismo llega a tal detalle que presentan coloraciones marrones, nerviación y bordes dentados, como si de una hoja de verdad se tratase.

Uno de mis engaños naturales favoritos, me gusta llamarlos así, es el de la oruga de una especie de polilla, la cual al verse amenazada se transforma repentinamente en una serpiente. Para ello sufre la dilatación del extremo anterior, que adopta el aspecto triangular de una cabeza provista de ojos, muy parecida a la de las serpientes. Además, la “serpiente” golpea con precisión los objetos que alcanza. Probablemente estos animales aprovechan no sólo la tendencia de las aves a evitar estímulos extraños, sino también su temor a las serpientes.

Sin embargo los buenos embaucos no son solo exclusivos de los animales, las plantas también realizan elaborados engaños, son bastantes conocidas las plantas carnívoras que atraen a sus presas, generalmente con un dulce néctar. Pero existe un ejemplo aún más espectacular, es la orquídea abeja, la cual no atrae a las abejas con propósitos depredadores, sino con intenciones igualmente frustrantes. Estas orquídeas imitan el aspecto, el olor e incluso el tacto de las abejas hembras, cuando los machos se acercan e intentan copular, empujan una estructura de la orquídea que alberga los órganos reproductores de la planta, provocando que los polinios (estructuras llenas de polen) se queden pegadas al dorso, participando de forma involuntaria en la reproducción de la orquídea. Aunque muchas abejas realizan esta función en contra de su voluntad, generalmente reciben una compensación en forma de néctar. Sin embargo la orquídea abeja se ahorra el tener que producir néctar para atraer a las abejas, le basta con engañarlas.

Por supuesto, existen muchísimos más ejemplos, pero espero que al menos, haya quedado reflejado la inmensa diversidad de estrategias presentes en el mundo animal y vegetal, que pretenden asegurar el éxito reproductivo de la especie y su supervivencia.